En mi anterior escrito decía que Podemos era como un soplo de aire fresco en una habitación cerrada y con una atmósfera muy enrarecida y me ratifico en mi afirmación. He leído con atención las tesis del profesor Sheldon Wolin y me reafirmo en que esas tesis describen con exactitud lo que ocurre en nuestro país. Tenemos una democracia formal en la que los ciudadanos somos llamados a escoger quien gobernará durante una legislatura sin que, a partir de ese momento, tengamos algo que decir al respecto de como se lleva a cabo esa gobernación. Hemos delegado nuestra soberanía, aparentemente en los diputados y senadores electos, pero en realidad lo hemos hecho en las cúpulas de los partidos, incluido el mío, que los han designado para ir en las listas electorales.
Nadie puede discutir la anterior afirmación. Gustará más o menos, se podrá discutir o no su conveniencia, pero lo que no es posible discutir es que es así y no de otra forma. Y eso, según las tesis de Wolin es una democracia imperfecta, cosa con la que estoy de acuerdo y mi militancia en un partido al uso no me impide reconocer esa verdad.
Podemos es un soplo de aire fresco en la enrarecida atmósfera política española en la medida en que ha efectuado un diagnostico certero de la situación. Cosa distinta son sus recetas para corregir la situación pero el diagnostico, en mi opinión, es acertado. Es necesaria una reforma a fondo de las estructura nacidas de la transición de la que, en mi modesta y anónima medida, participé. En aquel momento para un joven de 22 años que empezaba su vida independiente la nueva democracia era una formidable promesa de futuro. Era equipar a este país con la Europa que veíamos a través de los turistas que nos visitaban y que inevitablemente mirábamos con sana envidia.
Ilusiones que el tiempo ha disipado diluyéndolas en una mera formalidad carente de verdadera esencia participativa. A los jóvenes, y no tan jóvenes, de hoy les pasa como a los jóvenes de la transición, sienten que las cosas podían ser distintas, que se les hurta el protagonismo que les corresponde por mor de unas estructuras políticas que no responden plenamente a su sentir, que son de otra época en la que tal vez fueron adecuadas pero, que hoy aquí y ahora, ya no son adecuadas y Podemos les indica que podrían ser de otra manera al igual que la izquierda lo indicaba al final de la dictadura franquista.
Podemos y su efervescencia electoral es un síntoma de que algo no se hace bien, de que algo debe cambiar. La sociedad sigue adelante y, o cambiamos o nos cambian, eso es lo que debemos calibrar.
Juan M. Roldán