RFEF (Real Federación Española de Fracasos)

16 de Enero de 2012
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El fútbol español brillará el próximo miércoles por la noche. Se enfrentarán, de nuevo, el Real Madrid y el Barcelona. Probablemente, el mejor partido que hoy se puede celebrar en el mundo del balón. Luces, focos, fastos y lujo en la capital de España. Sin embargo, no se ha de olvidar que para que estos dos colosos sean tan enormes precisan de clubes más humildes. Y ayer fue un día muy negro para nuestro balompié.

El Sporting Villanueva Promesas, del grupo cuarto de Segunda división B, no tenía futbolistas para poder medirse al Badajoz en el feudo de este último. Meses de impagos y engaños abocaron a los integrantes de la plantilla extremeña a recoger la carta de libertad y buscar nuevos horizontes. El Poli Ejido, de la misma liga, solo contaba este último domingo con tres jugadores profesionales para enfrentarse al Villanovense en el estadio Romero Cuerda, por lo que el árbitro fue obligado a suspender el partido. Un hilo de esperanza todavía sujeta la historia del club almeriense, pero las promesas ya hace tiempo que no le valen a la afición celeste. El Lemona, del grupo segundo de la categoría de bronce, soporta graves penurias económicas, y hace algunas semanas el Club Deportivo Olimpic de Xátiva renunció a la Copa Federación por no poder sufragar los gastos referentes a dicha competición.

Mientras el fútbol español se desangra, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) solo se dedica a emitir sanciones y a velar porque los castigos económicos a los clubes de las distintas categorías se cumplan escrupulosamente. Por ejemplo, en los casos arriba señalados cumplirá, como es lógico, fielmente el reglamento. En ningún caso inspecciona las ventas sospechosas de entidades, como ocurrió este verano en Villanueva del Fresno, ni ofrece a los clubes de fútbol soluciones o deducciones a sus maltrechas cuentas.

Por el contrario, cada año endurece aún más los requisitos para los equipos, por ejemplo, de Segunda B, categoría en la que sobrevivir es una quimera. Para la próxima temporada este organismo pretende doblar el número de fichas profesionales que ha de acreditar cada equipo para poder competir. Los gastos en arbitraje y sanciones son excesivos, la burocracia es infinita…Y todo esto es vergonzoso si se compara con los viajes que el presidente de la RFEF, Ángel María Villar, y sus acólitos realizan alrededor de todo el planeta en las condiciones más suntuosas o incluso con las primas que reciben los componentes de la Selección España cuando triunfan en un torneo.

Quizás las presentaciones de avales contrastados al principio de cada temporada para asegurar los presupuestos de los clubes sea una medida positiva. No obstante, este requerimiento ha de ir acompañado de otras decisiones destinadas a aliviar la presión económica a la que son sometidos los equipos por parte de la RFEF.

Por último, es positivo el giro que la Asociación de Futbolistas Españoles ha experimentado desde la llegada de su nuevo presidente Luis Rubiales. El apoyo a los futbolistas es constante, aunque la presión hacia los clubes en ocasiones es desmesurada y deberían meditar que sin éstos el proceder de los futbolistas no tiene sentido.

Afortunadamente, en España gozamos de un Estado de Derecho. Por ello, la ejecución de las leyes es inexorable. Sin embargo, una mayor implicación, una transformación de la estructura y proceder de la RFEF, una mayor compresión por parte de la AFE en la resolución de los conflictos y una mayor supervisión y apoyo a los clubes evitaría que cada vez con más frecuencia informemos de los fracasos de nuestro fútbol.

Manuel González García
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