A estas alturas de la actual legislatura una cosa ya está clara; en política, no todos son iguales. Empieza a quedar claro que no es lo mismo votar a la izquierda que a la derecha aunque es cierto que, en cuestiones económicas, el PSOE siguió, con Zapatero, una política económica tan parecida a la practicada por la derecha que, más allá de eslóganes propagandísticos, se confundió con ella.
La mayoría de los ciudadanos creyó con cierta candidez que la derecha gestionaría mejor los asuntos económicos y dio por supuesto con una candidez aun mayor que cuestiones de modernidad e igualdad social, tales como todo lo referido a libertades individuales amen de las cuestiones de educación, sanidad o dependencia eran asuntos ya resueltos satisfactoriamente y, en consecuencia, otorgó una amplia mayoría parlamentaria a la derecha.
Y es ahí, en los asuntos de libertad individual y derechos ciudadanos donde se ponen de manifiesto, día tras día, las diferencias entre derecha e izquierda. Como botón de muestra la ley de educación de la derecha y el proyecto de ley para la regulación del aborto por parte del sector más clerical de gobierno de la derecha.
Cuestiones ya superadas para la inmensa mayoría de los ciudadanos nos retrotraen, merced a la mayoría parlamentaria de la derecha, a tiempos pretéritos de infausto recuerdo para aquellos que tenemos edad para recordarlos y a un oscuro futuro, si no se corrige, para los demás.
Más allá de las cuestiones económicas en las que el gobierno de España, gobierne quien gobierne, tiene una libertad de acción limitada por mor a la pertenencia a la UE están otras cuestiones fundamentales para los ciudadanos tales como un reparto lo más justo posible de la riqueza, una educación pública que asegure de la mejor manera posible la más efectiva igualdad de oportunidades, una sanidad universal y sufragada totalmente vía impuestos, pensiones públicas que permitan vivir con un mínimo de dignidad, total separación entre religión y estado, regulaciones modernas sobre libertades públicas e individuales, etc. etc. etc.
Es en estas últimas cuestiones donde se establecen las mayores diferencias. Los ciudadanos deben tener en cuenta, a la hora de depositar su voto, si los gobernantes quieren o no, decidir mediante la legislación, sobre asuntos tales como cuando y con quien se casan, cuando y de que manera deben las mujeres ser madres, como y cuando pueden manifestarse en la calle aunque no se altere el orden público, etc. etc. etc.
No, no es lo mismo gobernar de acuerdo en base al mayor y mejor ámbito de libertad individual posible en una sociedad moderna y ordenada o hacerlo según los dictados morales de una u otra confesión religiosa que, por muy respetables que sean, que lo son, solo deben concernir a los que voluntariamente quieran someterse a ellos.
No. no es lo mismo.