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Ya estamos en Semana Santa.
Semana de sentimientos, nervios ilusiones, disfrute, recogimiento- para los más devotos-, y de fiesta y atracción turística, que no viene nada mal (dicho sea de paso).
Cada cual la vivirá de una manera.
Unos bajo el trono, otros de penitentes vela en mano, muchos contemplando
y el grupo en el que yo misma me encuentro, con una cámara fotográfica para sacar las mejores instantáneas.
Hoy somos muchos los aficionados que practicamos la fotografía por puro placer, intentando hacer de ello un arte. La mayoría son hombres, pero algunas mujeres también compartimos esta pasión sin que resulte extraño.
Sin embargo, en el siglo pasado, una mujer fotografiando imágenes, detalles, personas, etc. entre el gentío no era tan usual. Pues había una: ¿atrevida?, ¿valiente?, para mí si. Esa mujer no es otra que mi gran amiga Paquita Ramírez Quintero.
Para mí la pionera de los fotógrafos aficionados. Yo la admiro por ello. Porque en el siglo pasado, cuando la mujer no se atrevía a destacar en nada, ella se pateaba las calles de Lucena con su cámara, ajena a cualquier comentario malicioso (que podía haberlo) ¡¡pero ella ya se había dejado los platos fregados, cuidado!!
Gracias a su pasión por la fotografía y las películas en súper 8, Paquita atesora un archivo único, pues desaparecieron edificios, cosas, costumbres y personas que ya son historia.
Por estos días y con motivo de la Semana Santa, podemos ver una exposición sobre este tema que Paquita muestra en el Círculo Lucentino.
Es una oportunidad para contemplar imágenes bellas y comprobar el arte y la sensibilidad de una mujer que posee la cualidad de encontrar la belleza de los detalles, de la luz y del contraluz.
Enhorabuena amiga Paquita por marcar un camino que hoy otras mujeres, tímidamente, seguimos. Espero que nos encontremos, ya desde el domingo, alrededor de La Pollinita.
GRACIAS.
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