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MANUEL GONZÁLEZ @m_gonzalezgcia
Los similares se alían cuando se discute la subsistencia propia. Los menosprecios, desconsideraciones y vilipendios cotidianos entre la casta política desaparecen si se tambalea el mantenimiento de la armadura fabricada por la clase dirigente española. La ciudad madrileña de Alcorcón ha sido testigo en los últimos días de un nuevo ejemplo de la cohesión indestructible del PP, el PSOE e IU para frenar una reducción de sus privilegios. Regalías que sufragan unos ciudadanos estrujados y que los responsables de las diferentes administraciones solo valoran cuando temen perderlas.
Una moción de UPyD destapó la auténtica esencia del resto de formaciones. La propuesta englobaba la reducción del sueldo de los miembros de la Corporación en un 20%, la eliminación de las dietas en los organismos extramunicipales, la limitación de retribuciones con el objetivo de que ningún concejal perciba más dinero que el alcalde, la fijación de un máximo de dos cargos de confianza designados por el regidor, la supresión de variados defensores o la erradicación de los coches oficiales.
Oportunista, demagoga y populista fueron algunos de los calificativos que articularon los portavoces del PP, PSOE e IU para referirse a la iniciativa de UPyD. No es insustancial la coincidencia entre populares y socialistas debido a que ambos controlan una amplísima parte de las administraciones de España. La incorporación de Izquierda Unida a estos pactos de conveniencia es directamente proporcional al poder que tocan. El derrumbamiento del PSOE promueve el ascenso del colectivo de Cayo Lara y esta concatenación de episodios sucede en los tiempos presentes.
La población de Alcorcón roza los 170.000 habitantes. El equipo de Gobierno, en este caso del PP, dispone de 53 cargos de libre designación. 53 personas cuyo trabajo depende exclusivamente de que un partido político concreto, al que lógicamente votarán sea cual sea su actitud, gane las elecciones. Mientras los partidos políticos continúen siendo las principales agencias de colocación de España no se destruirá esta infame partitocracia por muchas personas que se agrupen a las puertas del Congreso de los Diputados. Tal vez la aplicación de la proposición de UPyD no hubiera redundado en un ahorro excesivo en las cuentas municipales, pero hubiera constituido un gesto primordial para que los ciudadanos soporten con mayor complacencia los inacabables esfuerzos que les imponen sus representantes.
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