.
Desde este lado de la Sima (y no es la del Ángel) en la que me encuentro, veo las cosas a mi modo y, bajo esta visión, opino. Consciente, como siempre, de que recibiré críticas y contradicciones; no me importa.
Sin ser docta en la materia, estoy al tanto del caos mundial en el que estamos sumidos, pues leo la prensa, escucho la radio y presto mucha atención a las personas estudiadas y estudiosas que conocen el origen de esta gran crisis que tenemos encima.
Todo en esta vida está expuesto a cambios y es natural. Pero esos cambios, y en todos los ámbitos de la vida, deben aspirar a mejoras para el ser humano.
Ahora amigo y amiga, agárrate a donde puedas que llega el cambio. Hemos tocado fondo.
Los bancos, los especuladores, los corruptos
en definitiva, todo el que ha podido meter la mano en el saco, se ha aprovechado rapiñando todo lo que le ha permitido su posición y, por supuesto, su falta de escrúpulos. Eso sí, siempre con aspecto impecable; flamante traje, corbata y guante blanco para no dejar huella- a ser posible.
¿Y ahora qué? Ahora vamos a hacer una reforma laboral.
¿Para quién? Para todos. ¡Mentira!
Nada es igual para todos. Ni la cárcel es igual para todos porque mientras los pobres van a una celda, los ricos van poco menos que a un hotel de cinco estrellas.
Créanme, no tenía intención de opinar más sobre temas políticos. Pero mi carácter rebelde me impide morderme la lengua; y me ha impulsado la injusticia, la explotación, el ninguneo, el despotismo, el abuso que se viene cometiendo con una persona cercana a mi. Ya lo escribí una vez (Con la cosa de la crisis) hace tres años. Ahora hay más crisis y más abuso. La última: si no estás dispuesto a pasar por el aro, ya sabes lo que hay. Ya sabemos lo que hay con la nueva reforma: a la puñetera calle, sin más, a pesar de llevar años siendo un trabajador o trabajadora ejemplar.
¡Qué lástima!, treinta años para atrás con lo que han luchado hombres y mujeres comprometidos con la clase obrera, con los que menos tienen. Reclamando derechos, igualdad, justicia social
Por eso, desde este lado de esta imaginaria Sima (que repito, no es la del Ángel ni tampoco la de Cabra, mencionada en la obra cervantina) que no es ni mas ni menos que una profunda y gran grieta que separa cada vez más a ricos y a pobres, a hombres y mujeres, hoy las palabras igualdad, derechos, justicia, me suenan más que nunca a huecas, a banales, a eco, a ese eco que resuena y se pierde en el fondo de ese gran pozo.
P.D.
Felicito a esos empresarios que con la mayor de las destrezas están manteniendo sus fábricas y a sus trabajadores haciendo alarde de buena gestión y gran consideración hacia esos obreros cumplidores. Quienes lo son lo saben.
Enhorabuena.
.
.