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Se esconde en estas calles
una belleza nunca descubierta
por la luz.
Los versos de Lirio Ponce.
El pasado judío de la ciudad de Lucena es un sueño en el que está acogida una tradición intelectual de gran sabiduría. El ingreso de nuestra ciudad en la red de juderías españolas es un buen momento para inclinar nuestros oídos a los sueños que habitan sus calles. Maimónides, quizá el sabio más importante de esta tradición, en su Guía de Perplejos comparaba el saber a una manzana de oro recubierta de plata. Hermosa metáfora que alude al reconfortante secreto que esconde el saber, siempre más y más profundo y encantador. Lucena es también una manzana recubierta de plata dispuesta a mostrarnos su corazón dorado, siempre más y más profunda y encantadora.
Siendo yo estudiante de último curso en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid allá por el año 2008 me desvelaron una ciudad de Lucena que me era completamente desconocida. El catedrático de teoría política Javier Roiz en una de sus clases comentó su deseo de conocer nuestra ciudad. Siempre le tendré que agradecer que desde aquel día y acompañado del recuerdo de sus clases y escritos mi ciudad se volviera más interesante. El profesor Javier Roiz y sus colaboradores están haciendo un gran trabajo por recuperar la tradición intelectual sefardí. A ellos debo una forma novedosa, inteligente, profunda y amplia de apreciar la ciencia política y nuestra ciudad y ciudadanía.
Moisés Maimónides, o Rambam (1135-1204), es una de las figuras más importantes del pensamiento judío, conocido mundialmente e incluso nombrado en un capítulo de Los Simpsons. El vínculo de este filósofo con la ciudad de Lucena es seminal pues en Maimónides desemboca sin estancarse el saber de la Academia de Lucena fundada por Rabí Isaac Alfasi. Un vínculo al que se refieren incluso las leyendas que envuelven al maestro sefardí. Según la narración recogida por Meir Orian, en su primera infancia Maimónides fue uno niño poco ducho en el estudio hasta que un día angustiado por la reprobación de su padre escapó de casa refugiándose en la sinagoga de una ciudad vecina. Allí quedaría acurrucado en una esquina y entre lágrimas sería acogido en sueños. Serían aquellos sueños los que le transformarían y al despertar reconocería en su ser una enorme fuerza de voluntad para el saber. En ese momento y sin el conocimiento de su padre vendría a Lucena donde sería discípulo de Rabí Joseph Iben Migash a quien hoy podemos visitar en el llanete Santiago.
La cultura sefardí puede transmitirnos una valiosa experiencia apoyada en el hecho de que el pueblo judío viviera en un mundo en el que constantemente querían convertirlos. Una amenaza a ser asimilados o convertidos que tensaría su existencia pero dotaría a su pensamiento de una humildad y delicadeza encomiable. La experiencia sefardí nos permite comprender las relaciones de gobierno de una manera más tolerante, más profunda y menos omnipotente. Como nos recuerda el propio Javier Roiz para el maestro sefardí Maimónides el mayor sufrimiento de los humanos es el producido por el hecho de vivir juntos. Nosotros podemos decir a la inversa pero con el mismo sentido que el mayor placer humano se obtiene del bien vivir juntos.
La forma de entender la ciudad que tiene Maimónides nos resulta familiar por la geografía urbana que nos recibe en Lucena. El sefardí creía en una ciudad compuesta por una serie de patios y callejuelas. Una ciudad más íntima y acogedora, más sonora y menos visual. Una ciudad en la que el paseo transcurre en el delicado laberinto que tejen unas calles amplias y profundas por ser estrechas y abrirse a multitud de patios.
Ir conociendo y compartiendo la inmensa noche sefardí que tiene Lucena nos ofrecerá nuevos espacios de reflexión. Hay experiencias en nuestras calles que aun están por descubrir.
Javier Vega Gómez es Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid.