Dice el tango que «veinte años no es nada» y, aunque siempre se relaciona esto con la fugacidad de lo transcurrido, empiezo a pensar que en verdad esa cantidad de años no es nada, porque lo duro y lo difícil es llegar a cinco, a diez, a quince, en lo relativo a un grupo humano con un mismo fin. Los conflictos surgen en los primeros años, después llega el turno de las crisis y, finalmente, los desencuentros y los desengaños; una vez se haya pasado todo esto, afirmar que han volado veinte años es abrazar lo evidente.
En los días finales de 2017 se presentó el número 15 de La ballesta de papel, la publicación de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Priego de Córdoba, cumpliendo precisamente diez años de existencia. Celebro el resumen de la trayectoria vital de esta revista y de su asociación que narra el editorial, pues no es conocido el desarrollo que ha tenido la publicación ni es fácil encontrar información sobre estos diez años que ya nunca volverán, como dice otro tango.
El número 15 de La ballesta de papel mantiene el formato presentado en el anterior número como novedad. También la disposición interior del contenido es igual a la del número 14, con una gran sección dedicada a la poesía (más del 75% de los autores aportan poemas), una de menor extensión para la prosa creativa y otras dos con un artículo cada una, y la parte final con los textos ganadores del Premio Literario de la Asociación Amigos de la Biblioteca, cuyos autores son Alicia Ruiz, Mª Ángeles Jurado, Rafael Campaña y María Toledo.
De la prosa destacan, por un lado, la aportación de Sensi Budia en la que describe al grupo de la Asociación Cultural Naufragio, de manera fresca e ilusionante; y, por otro, la colaboración de Miguel Forcada dedicada a «Priego en los libros», que dedica al poeta Nicolás Miguel Callejón (1888-1952), del que expone una breve biografía y cuatro poemas. Pero, sin duda, la sección poética es la más compleja de clasificar, por lo diverso de su contenido: treinta y cuatro poetas de distintos estilos, principalmente cordobeses (de la capital y provincia). Entre todos los poemas, elijo el que aporta Santiago Moure, que, aunque no haya nacido en tierras cordobesas, reside en Lucena, por su elevada carga poética y llena de sugerencias:
Dormida te contemplo. La luna es un foco
que atraviesa el cuarto como daga
y te ilumina recortando tu figura.
Dormida te contemplo. Tu cuerpo
es una isla en este mar en calma
dilatado, profundo y alejado de mí
en esta hora sombría que me atrapa.
Por contraste, menos sugerente y más descriptivo, el de Francisco Onieva, otro de los grandes textos de este número 15, nos indica sobre la noche:
Me asombra el modo en que la oscuridad
se convierte en paisaje sin límites
y un río de alquitrán y luces
se adentra entre los árboles.
Sean las palabras de La ballesta de papel una luz para las noches y un motivo de orgullo para poder decir dentro de diez años que veinte no es nada.