«Lástima que no quede bien que te haga una reseña» le dije a Sensi Budia, cuando le entregué el prólogo a su Veinte teselas para un pequeño mosaico(Manantial, Ayuntamiento de Priego de Córdoba, 2018). Por supuesto, no está prohibido que pueda escribirla, pero no es habitual que el prologuista de una obra dedique un artículo de crítica, porque forma parte de ese libro… Si yo participo en un volumen literario con varios autores, no estaría bien emitir un juicio crítico sobre la obra, porque también es obra mía. Con un prólogo ocurre igual, pero también le dije a la autora que sí podría dedicarle unas líneas en alguno de mis artículos para Lucenahoy. Y así lo hago, ahora que otros grupos únicamente se dedican a reconocer a los ya reconocidos: aquí hay una apuesta por una voz joven y fuerte.
La poesía de Sensi Budia está a medio camino entre quitarse el peso de la influencia clásica y la búsqueda de su voz, de su ser poético. Es este libro una constante pregunta sobre quién es ella misma y sus circunstancias, desde los miedos del pasado a la incertidumbre del mañana, sin dejar atrás los desvelos del presente. Conocerse, reconocerse, hallar sentido a la existencia no es algo precisamente alegre, pues es un duro camino y, como descubrimos en este poemario, la poeta va conformando una imagen de su ser.
Tengo muchos instantes eternos
y una eternidad de errores.
La palabra mosaico procede de MUSA, las divinidades que inspiraban las Artes, la música, la poesía; facetas relacionadas con Sensi, porque es una defensora de la Cultura, que ha querido hacer sus aportaciones en dibujo, en canciones y, por suerte, en lo que mejor se le da: la poesía.
¡Abuelo, que quiero ser astronauta!
Papá, de mayor quiero ser psicóloga
También quiero ser cantante, pero no,
no quiero acabar el instituto,
no quiero irme de la universidad
quiero seguir investigando.
Mamá, soy poeta
quiero ser cantante profesional, pianista
o, mejor, profesora.
El médico dice «te preocupas demasiado»,
«Primum vivere deinde philosophari».
Mamá, tengo ansiedad
otra vez he vomitado porque
no soy nada.
Pero ahora sí es profesora y es poeta. Y estas palabras son algo más de ánimo hasta que llegue su próximo poemario.