Después de regalarnos en la primera vuelta el encuentro con mayor número de dianas en lo que llevamos de campaña (4-4), Ciudad de Lucena y Atlético Espeleño nos volvieron a invitar a la fiesta de los goles y no defraudaron. Si con este precedente no fuese suficiente para acudir al partido, también se podría añadir que los dos necesitaban los tres puntos para alejarse de los puestos de peligro. Estaba claro que iba a ser unos de los mejores derbis.
Por si no tuviese bastante añadidos, este partido no iba a empezar con el típico sorteo de campo, esta vez se rifaron un tiempo cada uno: los locales se quedaron con la primera parte y los visitantes con la segunda. Así, el Ciudad de Lucena golpeó primero con un gol tempranero de Javi Henares (quién sino). El máximo goleador del cuadro blanquiazul remató un centro de Carmona tras una salida desacertada del guardameta espeleño.
Henares y su testa iban a ser de nuevo protagonistas 10 minutos más tarde. Este recibió el servicio del guante que tiene por pie Juanse y cabeceó el esférico sin oposición. Instantes después, Facu le regaló un pase entre líneas a Guerra que finalizó solo ante la salida del portero. Si con el 3-0 no fuese bastante, los locales aumentaron la renta antes del descanso. Carmona se zafó de su marca y se orientó el balón a su pierna diestra para proyectar su disparo al palo corto, imposible para el portero.
El Atlético Espeleño se fue al descanso con un resultado injusto, ya que fue inferior a su rival en cuanto a juego pero tuvo varias ocasiones que no materializó, a veces por tener el punto de mira desviado o por mala fortuna, como el disparo de Germán o el palo de Guti. Sin embargo, el acierto de cara a portería en la segunda parte se iba a decantar hacia los chicos de Rafa Navarro.
Como si de un espejo invertido se tratara, los lucentinos se quedaron ahora con las ocasiones y los espeleños con los goles. Cuando daba la sensación de que estaba más cerca el quinto de los locales que el primero de los visitantes, Cristian recortó distancias aprovechando la relajación de los aracelitanos. El Espeleño se iba acercando cada vez con más peligro y, en la recta final, infectó de suspense las gradas. El descontento aumentó cuando Domingo acercaba a su equipo al empate con un testarazo tenso que introdujo el esférico en la portería de Jorge.
Ya en el añadido Germán transformó una pena máxima producida por Troyano que se marchó hacia el vestuario al ver la segunda amarilla. Tras el lanzamiento no quedaba tiempo para más, siendo el pitido final la mejor noticia para los lucentinos. Con este resultado los de Diego Caro se colocan en mitad de la tabla, mientras que los espeleños acarician los temibles puestos de descenso.