Nuestro Padre Jesús inunda de devoción las calles de Lucena en un Viernes Santo reducido por la amenaza de la lluvia

La madrugada morada fue preludio devocional de un regreso anticipado y necesario de los pasos de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno debido a la amenaza de lluvia.

29 de Marzo de 2024
Ntro. Padre Jesús Nazareno será el protagonista del cartel de la Semana Santa 2025

El agua tampoco ha dado tregua al día central de esta Semana Santa de Lucena, una de las más lluviosas que se recuerdan.

La adversa previsión meteorológica obligó a la Junta de Gobierno de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno a reunirse antes de la salida del Señor de Lucena para adoptar una decisión sobre el recorrido, a la vista de la más que probable presencia de fuertes chubascos a partir de las 9:30 horas y durante las primeras horas de la mañana. Con la convicción de regresar a la Capillita tan pronto concluyera el Miserere y la Bendición de la Plaza, la marea morada se hacía dueña de las calles en la primera parte del recorrido de cada Viernes Santo. 

A las seis de la madrugada, reviviendo una tradición secular, salían los cinco pasos de la cofradía de Jesús a un Llanete repleto de gente tras la llamada de hermanos de la Hermandad de Tambores. Salía Jesús de la Capillita, rompiendo la oscuridad, repitiendo un rito que se pierde en el tiempo. Tras el Nazareno de Lucena, ganaban la calle las Santas Mujeres Verónica y Magdalena, San Juan Evangelista y la Virgen del Socorro del maestro Álvarez Duarte. Luego, con el alba rasgando las vestiduras de una noche en retirada, la marea morada de los hermanos de Jesús hacía suyas las calles Curados, La Aurora, Cabrillana o Las Torres, antes de asistir en la Plaza Nueva al multitudinario Miserere y la bendición de nuestro Padre, en una jornada con fondo de cielos encapotados y amenazantes. Momentos mágicos de un Viernes Santo que en Lucena se viste de color morado y del amarillo de la cera vertida por calles y aceras por los "hermanos" de Jesús, un Viernes Santo que este año anunciaba un fin demasiado prematuro.

Tras la bendición, sin un momento que perder, los pasos de la cofradía nazarena tomaban el camino de vuelta por la calle El Peso, permitiendo que los hermanos del Señor tuviesen su horquillo desde Dios Padre hasta el Palacio de los Condes de Santa Ana, donde la cuadrilla de Miguel Ángel Jiménez tomaba de nuevo las riendas del Nuestro Padre Jesús para llevarlo, sin dilación, hasta las puertas de la Capillita, donde una nueva bendición y dos saetas con voces lucentinas, las de Araceli Campillos y Tete Pineda, cerraron esta estación de penitencia, antes de que un llanete repleto de devoción oyese los últimos sonidos del torralbo en este Viernes Santo, reducido en el tiempo, pero no en emoción y sentimiento. 

Fue cerrarse las puertas de la Capillita y empezar a caer las primeras gotas, obligando a agilizar la maniobra de entrada del resto de pasos de la cofradía por la portada de San Pedro Mártir. Bajo el trono de la Santa Mujer Verónica, fue manijero Guillermo Huertas López. Una cuadrilla mandada por Álvaro Gómez Egea, santeó bajo el paso procesional de María Magdalena, mientras que en San Juan Evangelista fue Enrique Pineda Torres el encargado de tocar la campana. Por último, Manuel Moreno Ambrosio, mandó a la cuadrilla de la Virgen del Socorro. Para todos ellos y para el resto de sus cuadrillas fue sin duda un Viernes Santo memorable, que quedará en su memoria, pese a no poder afrontar la totalidad del recorrido.

Y después, la lluvia generosa, tan necesaria, protagonista destacada de esta Semana de Pasión, un regalo del cielo. 

Les dejamos una pequeña galería de fotos, como anticipo al álbum completo y el vídeo que publicaremos a lo largo de la mañana. Imágenes realizadas por Jesús Cañete.

 

Servicios
Agenda
Necrológicas
Farmacias de guardia
Teléfonos de interés