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La certeza de que la lluvia llegaría a lo largo de la noche marcó de froma decisiva la jornada del Martes Santo. En un ambiente otoñal, con cielos grises y muy cubiertos y los móviles en la mano de los hermanos mayores, consultando las previsiones meteorológicas comenzaba este tercer día de desfiles procesionales a las 19:15 horas la Venerable Archicofradía de Ntra. Sra. del Carmen. El día anterior, las tres cofradías del Martes Santo habían pedido a la Agrupación de Cofradías adelantar su salida una hora, para intentar esquivar la lluvia, pero finalmente la propuesta no salió adelante.
Desde el altozano del Carmen, la Venerable Archicofradía de Ntra. Señora del Carmen abría las puertas del atrio de su templo para dar salida a los tres pasos procesionales de esta hermandad lucentina, que sigue trabajando duro, año tras año, para mantener viva su estación penitencial y su dilatada historia la cofradía original es una de las más antiguas de Lucena, y nació en 1606.
Abría el cortejo procesional la hermosa talla de Ntro. Padre Jesús en su Entrada en Jerusalén, obra del antequerano Diego Márquez Vega, en 1769, que monta sobre el asno realizado en el año 1778 por el lucentino Luis Tibao y Lara, autor también de la pequeña pollina que completa desde un punto de vista iconográfico la escena, como pusieron de manifiesto los documentos hallados en su interior durante la restauración efectuada en el año 2000 por el egabrense Salvador Guzmán. Ayer fue su manijero Juan Ramírez "Gofifo", que llevaba en sus esquinas a Jesús Polo en la Salud, Sergio Ramírez en la izquierda y Agustín Ibáñez en la Mala. Antonio Ramírez y Manolo Lara hicieron las veces de "manijeros porrillas".
La hermosa y devocional imagen de Ntro. Padre Jesús de la Humilda, atribuido a Pedro de Mena, que goza de una gran tradición santera y que llevó en su trono el primer "timbre" de la Semana Santa de Lucena, fue portado por los veinticuatro santeros mandados por Francisco Muñoz, que dispuso en sus esquinas a Francisco Jiménez, en la Salud, Miguel Ángel Parejo en la izquierda y Francisco Muñoz en la Mala.
Cerraba el desfile procesional la Virgen de los Dolores, antecedido su paso por un grupo de mantillas. La Dolorosa del Carmen, la más cordobesa de las que se procesionan en nuestra ciudad, y la única que lo hace sin palio, está atribuida con fundamento a Pedro de Mena Medrano. Jesús Cobos fue su manijero, al mando de una cuadrilla joven signo de esta cofradía desde su recuperación para la Semana Santa de Lucena en la que ocupaban las esquinas Miguel Ángel López, Frrnando Parejo y Antonio José López.
Tarde de habítos marrón-carmelita, de escapularios e incienso, de humildad y gran belleza plástica en la bajada desde la colina del Carmen o en la subida de la cuesta del Castillo, que se vió ensombrecida por la previsión de la lluvia, que aconsejó a las tres cofradías del Martes Santo acortar sus recorridos de forma considerable. Así, completada la calle Juan Valera, la cofradía decidía tomar camino de vuelta hacia el Carmen por Pedro Angulo y Maquedano, acelerando la llegada al altozano del Carmen, para guarecer a sus valiosos titulares en el templo antes de que comenzasen a caer las primeras gotas, minutos después de cerrar prematuramente su desfile procesional.
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