De la audacia imperecedera de Teresa de Jesús, quien ya en el siglo XVI se enfrentó a las autoridades para cristalizar las enseñanzas de Jesús, a referentes contemporáneos realzados en Isabel Solá, también monja, "de las que se manchan las manos de barro, de las que regalan besos a las caras bañadas por las lágrimas, de las que nacen para ayudar a los demás". Valeroso, directo, accesible, comprometido y honesto homenaje póstumo el que Lourdes Mangas del Pino brindó a Isa, la religiosa española asesinada a primeros de septiembre en Haití. Una admiración sincera engendrada en la renovación "de la figura de una mujer tenaz", la primera Doctora de la Iglesia, una institución que la pregonera observó "desde la posición que Jesús adoptaría si hoy estuviera físicamente ante nosotros", enalteciendo "ante todo la igualdad y, sobre todo, la inclusión".
Lourdes Mangas del Pino, en Santiago, su iglesia, su templo, en el que su abuela Trini, a la que elevó su alegato, sí estaba presente, en un banco de las primeras filas, reservado siempre para ella. "Buscarte y no hallarte", expresó la voz quebrada de una joven lucentina "valiente, justa y muy exigente consigo misma", adjetivos definitorios que pronunció su padre, Juan Mangas Ramírez, en la introducción del vigésimo quinto pregón a Santa Teresa.
El acercamiento a Teresa de Cepeda Ahumada fluyó por "mujeres reales", como aquellas "empeñadas en la tarea de promover una igualdad real en todas las esferas de la vida, no haciendo superior a su sexo, sino equiparando las virtudes y defectos propios a los masculinos", o las que "luchan por criar a sus hijos y a las que la maternidad no llega". Las que escuchan a Jesús y las ateas, las analfabetas y las cultas porque "la santidad de Teresa de Ávila se encuentra también en la debilidad y la humanidad".
En las líneas de su texto despojó a Teresa de toda "señal de riqueza exterior o de falsas creencias sobre modelos de conducta aceptados y no cuestionados", como a la fundadora de las Carmelitas Descalzas le hubiera gustado, y, antes de todo ello, saludó a todos los presentes "en el amor al prójimo".
Nuestro Padre Jesús de la Columna y María Santísima de Araceli conectaron la presentación del padre y el pregón de la hija. Juan Mangas manifestaba que Lourdes es "la más apasionada defensora de nuestras tradiciones", y, aún así, admitía que "no le será fácil abrirse camino" por distintas cuestiones "sociales, religiosas y políticas". En el agradecimiento filial, resaltó "la paciencia, la dedicación y el deber semanasantero" aprendido de su progenitor y se mostró convencida de que "algún día tu callada labor durante largos años bajo el amparo de la devoción, será reconocida".
En su recorrido, se detuvo en los "mártires" del presente, en Corea del Norte, Arabia Saudí, Afganistán, Irak y Somalia, lugares "donde se persiguen a cristianos sin importar edad o consciencia sobre lo que profesan". Lourdes Mangas precisó que "la sangre judía" corría por las venas de Teresa "en el linaje de los Cepeda" y ella "nunca expulsó de su lado a los que se presentaban reverenciando a otro dios" y siempre practicó "la defensa del prójimo desde el respeto y la igualdad". Basándose en todo ello, apeló en la víspera de la onomástica de Santa Teresa "al diálogo interreligioso para alcanzar un entendimiento efectivo entre las distintas religiones".
Detalló "las duras trabas" que la Inquisición impuso sobre Teresa de Jesús, una actitud "que le llevó incluso a quemar sus propias obras" y, ahondando, en "los obstáculos que afrontar y en las metas por superar", relató que la Cofradía de Santa Teresa "cumple en el lapso de 2016 una década bajo los muros de esta Parroquia de Santiago, diez años de esfuerzo y lucha, de constancia y amor" y citó a "Santi, Araceli y sus hijos" para solicitar "el reconocimiento público de toda nuestra comunidad" ya que "solos ante cualquier adversidad se han enfrentado, como Teresa, a la autoridad, sufriendo la decisión unilateral de un descendiente de la representación de San Pedro".
Al aludir a las cofradías, Lourdes Mangas del Pino sobrepuso "el silencio, la soledad, la Fe y el trabajo por y para su Titular", valores prioritarios frente a otras opciones como "la fastuosidad, la prevalencia de la riqueza a las creencias y las rifas santeras".
El paradigma del Padre Ángel, "u otros más cercanos como los voluntarios del Comedor Social Virgen de Araceli", ratifican "la cooperación" que ha de presidir "el papel del cristiano", así como la labor de otros colectivos como Infancia Solidaria o Lucena Acoge.
Al amparo de la Constitución Apostólica Vultum Dei Quarere, rubricada por el Papa Francisco, aseveró que "la figura de las monjas de clausura debe ser revisada" y sentenció que el obispo de Roma "quiere, pero debe abrir efectivamente las puertas de la Iglesia para incluir en su seno a todos los repudiados a lo largo de los siglos".
Tildó de "desafortunadas" las declaraciones Demetrio Fernández sobre una ideología de género que también rechazó Lourdes Mangas. "Ambos enfoques, por radicales y alejados de la naturaleza del debate necesario actualmente, son contradictorios en sí mismos".
Finalmente, reprodujo unas declaraciones del Papa Francisco en las que decía que "la Iglesia no puede limitarse a las mujeres monaguillo, a la presidenta de Cáritas, a la catequista" y las que califica de "necesario" hacer una profunda teología de la mujer". Lope de Vega, Góngora, Quevedo, e incluso Alberti y Neruda "comentaron los escritos" de Santa Teresa y Lourdes Mangas del Pino la actualizó en Isabel Solá, una mujer que "como la mística abulense, dudaba, pero ante la flaqueza de espíritu, reaccionaba ayudando, creando brazos y piernas nacidos de escayola, y enseñaba a leer, escribir y a sonreír".