La parroquia de la Sagrada Familia apela a la solidaridad ante la urgente necesidad de hacer reformas y tras triplicarse los usuarios del comedor social

Esta semana se están dando hasta 105 comidas diarias frente a las apenas 30-40 de hace unas semanas. El edificio presentas grietas y numerosas goteras y precisa una actualización tras veinte años de servicio después de que dejase de funcionar como residencia

22 de Abril de 2020

El comedor social Virgen de Araceli ha triplicado sus usuarios desde el inicio de la pandemia de coronavirus. Actualmente asisten a sus dependencias en la parroquia de la Sagrada Familia más de un centenar de personas, que reciben de lunes a viernes el almuerzo y la cena –esta última por cuenta del ayuntamiento– y también alimentos para el fin de semana, cuando el centro permanece cerrado para descanso del personal y voluntarios que lo atienden.

Aunque el perfil de los usuarios es diverso, la mayoría son "gente joven, de 20 a 40 años, casi todos españoles y lucentinos", que buscan un plato caliente y su sustento diario en este centro asistencial, según explica Fernando Martín Gómez, párroco de la Sagrada Familia y responsable de este servicio.

Según Martín, la actual situación de confinamiento no solo ha tenido incidencia sobre el incremento del número de personas atendidas, sino también sobre la intendencia o el propio funcionamiento del centro. Así, el comedor ha tenido que comprar útiles de gran capacidad para hacer frente a la mayor cantidad de comida que debe preparar cada día y ha incrementado el gasto en suministros como luz o gas. Del mismo modo, al no estar permitido que los usuarios puedan pasar al comedor, estos deben recoger las comidas en recipientes plásticos de un solo uso, aptos para alimentación.

Todo ello ha redundado en un incremento notable de los gastos, que anualmente se venían cubriendo mayoritariamente con la campaña navideña que cada año organiza el Centro de Orientación Familiar San Juan Pablo II. 

 

INSTALACIONES EN MAL ESTADO

A esta situación hay que sumar la mala situación general en la que se encuentran las propias instalaciones de la antigua residencia Siloé. "Estamos trabajando en una cocina creada hace 20 años, en las que ha sido necesario acometer distintas mejoras, algunas de las cuales se están pagando todavía", señala el párroco de la Sagrada Familia, para indicar a continuación que pese a ello cada vez es más necesario acometer nuevas obras. "Tenemos rajas en el techo del comedor que es necesario reparar, goteras en distintas partes del inmueble que nos obligan a utilizar cubetas y nos preocupa que los daños puedan afectar incluso al propio templo, por lo que se hace totalmente necesario actuar", asegura Fernando Martín.

Y todo ello en un momento en el que la siempre precaria situación económica de la parroquia se ve agravada por la nula aportación de las colectas al reducirse la actividad pastoral como consecuencia de las propias medidas de confinamiento de la población.  Así, Martín indica que, pese a que muchas personas y entidades están colaborando económicamente, en especie o con su trabajo personal, y el propio ayuntamiento ha previsto una aportación extraordinaria al comedor, "estamos al límite de nuestras posibilidades económicas tras un mes prácticamente sin donativos", lo que ha llevado a la parroquia "a una situación extrema" que motiva que desde la misma se haga un llamamiento "para seguir sufragando los gastos". 

Para canalizar esas ayudas se han puesto a disposición de los lucentinos tres cuentas correspondientes a la parroquia, Cáritas y el comedor escolar, en las que se espera recibir donaciones, y que son las siguientes:

Parroquia de la Sagrada Familia: ES1721003944 1401 0035 3264

Cáritas de la Sagrada Familia: ES38 2100 3944 1902 0010 9866

Comedor "Virgen de Araceli": ES95 2100 3944 1502 0009 2255
 

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