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La lluvia quiso convertirse ayer en protagonista del acto central de la celebración del 450 Aniversario de la venida a Lucena de la bendita imagen de María Stma. de Araceli desde Roma.
La Real Archicofradía había puesto todo su mimo en la preparación de la Misa Pontifical de acción de gracias por los favores recibidos de la Señora de Aras en estos cuatro siglos y medio de devoción aracelitana inicialmente prevista en la Plaza Nueva y la posterior procesión extraordinaria de la Patrona de Lucena y del Campo Andaluz por las calles de la ciudad.
Sin embargo el enorme escenario instalado en la Plaza Nueva a modo de altar mayor ante las centenarias piedras de la portada principal de la parroquial de San Mateo y las dos mil quinientas sillas dispuestas sobre la plaza quedaron inéditas ante la intensidad e insistencia de la lluvia.
Poco antes de las 10 y media de la mañana, el Hermano Mayor de la cofradía aracelitana, Antonio Crespillo, comunicaba a los devotos que ya llenaban la iglesia, la mala nueva en forma de suspensión de la misa de campaña y la posterior procesión.
En menos de treinta minutos, los responsables de la cofradía y los más de treinta jóvenes voluntarios que colaboraron en la organización, disponían el altar mayor de San Mateo para acoger la celebración de la solemne Eucaristía en el interior del templo, pese a su menor capacidad, prescindiendo del protocolo previsto.
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Por el pasillo central de la iglesia pasaban las autoridades locales, los alumnos del Seminario San Pelagio de Córdoba, los sacerdotes concelebrantes de la misa y, cerrando el cortejo, el Obispo de la Diócesis de Córdoba, Monseñor Demetrio Fernández, mientras la Coral Lucentina y la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música de Lucena interpretaban los primeros compases de la Misa del Campo Andaluz, creada por el compositor lucentino Antonio Villa Álvarez de Sotomayor para la Virgen de Araceli.
UNA HOMILÍA CENTRADA EN LOS JÓVENES
El papel de los jóvenes en la Iglesia, la necesidad de prestar ayuda a los más necesitados y el mantenimiento de la fe en Dios como camino de esperanza en estos tiempos de incertidumbre fueron los ejes centrales de la homilía. Monseñor Demetrio Fernández pidió a los jóvenes lucentinos que pongan su esperanza en María Stma. de Araceli, desde la seguridad de que Ella les enseñara el camino de la vida, les aconsejará en momentos de dificultad y les dará la esperanza sobre la que poder construir un mundo nuevo y un futuro mejor, donde no tengan cabida la mentira, el egoismo o la injusticia. Según el Obispo de Córdoba estas deben ser las premisas de la mision juvenil de este 450 Aniversario, una misión a la que llamó a participar a todos los jóvenes de la diócesis, para seguir el camino de Dios, un camino que no es el de la droga, el sexo, el alcohol o el botellón, sino un camino que hace crecer al hombre en la fe y en la esperanza de un mundo nuevo. Como ejemplo de esa misión, se refirió Monseñor Demetrio Fernández a los seminaristas presentes en la celebración religiosa, pidiendo a otros jóvenes cordobeses que no tengan miedo de ir hacia el Señor y estén predispuestos a estar disponibles a la llamada de Dios. Para el Obispo de Córdoba, hemos pretendido construir un mundo sin Dios, pero sin él no tenemos futuro ni esperanza.
BREVE PROCESIÓN
Concluída la misa, la lluvia hacía un paréntesis lo suficientemente amplio como para permitir la salida de la procesión de la Virgen por la calle central de una Plaza Nueva repleta de público. Un brevísimo trayecto, apenas 150 metros, desde San Mateo hasta las puertas de la casa consistorial y de vuelta al templo, suficiente para colmar el deseo del pueblo aracelitano de ver a su Patrona luciendo su esplendor por el centro neurálgico de la ciudad, sobre el hermoso trono de madera dorada de la Hermandad de San José Artesano, prestado para la ocación y convertido el altar para la Madre dulce y buena de Lucena.
La cuadrilla fue mandada por José María del Espino, manijero de los privilegiados santeros, escogidos en esta ocasión entre los componentes de la propia archicofradía.
Acompañaron a la Virgen centenares de lucentinas, ataviadas con la clásica mantilla, esta vez blanca, dado el carácter de Gloria de la procesión, representando a las sucesivas cortes aracelitanas que desde los años 50 del pasado siglo han seguido los pasos de la Virgen de Araceli y dos bandas de música. Los cohetes sobre San Mateo anunciaban el final de una jornada que quedará escrita con letras de oro en la historia de amor que Lucena y los lucentinos tienen con su Patrona, María Stma. de Araceli, desde hace 450 años.
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