Algo que parecía imposible, hoy ya es una realidad. Francisco José Delgado, sacerdote lucentino que actualmente sirve al pueblo peruano como párroco de Picota, explicaba, poco antes de regresar al distrito de Shamboyacu, que la construcción de la Casa Hogar-Virgen de Araceli estaba "muy avanzada", fijaba el estado de ejecución de las actuaciones en un 70% y apuntaba al 15 de noviembre como fecha probable para la bendición. Esta internado, impulsado por el Cabildo Catedralicio de la Diócesis de Córdoba acogerá, en principio, a cuarenta niñas, aunque la amplitud del espacio resultante permite elevar el número al doble.
Según las informaciones más recientes, solo faltaría para concluir la obra techar el módulo de área de garaje, despensa, cocina y comedores; colocar el calaminón de la cubierta; terrajear varios muros y finalizar los servicios exteriores y la zona de lavaderos. La pretensión es que el centro esté funcionando con total normalidad al principio del próximo curso.
Para este albergue, que será atendido por la comunidad religiosa de las Obreras del Corazón de Jesús y por los misioneros Leopoldo Rivero y Francisco José Delgado, el Obispado de Córdoba ha destinado 105.000 euros.
Por otro lado, la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, corporación religiosa que apadrina esta iniciativa, ha desembolsado 22.000 euros, importe que se empleó en comprar el terreno de 1.2000 metros cuadrados sobre el que se ha levantado el inmueble y para la planificación del proyecto. Rafael Ramírez Luna, nuevo hermano mayor de la institución, afirmaba, antes de las elecciones del 27 de septiembre, que apostaba por continuar colaborando con esta intervención asistencial.
Además, la Congregación de las Obreras del Corazón de Jesús ha contribuido con 18.000 euros y también se han entregado pequeñas donaciones económicas y de material y mano de obra del lugar.
Francisco José Delgado precisa que ahora se debe proceder a rematar las labores y a equipar la Casa-Hogar. "Es algo en lo que tenemos que seguir trabajando con nuestro esfuerzo y hay que hablar y tratar de llegar a tener bienhechores". La lluvia y otros contratiempos como el encarecimiento del transporte de los materiales hasta Shamboyacu, situado a más de dos horas para los camiones desde Picota, muchas veces por caminos difícilmente transitables de pura selva, han provocado que se supere el presupuesto inicial.
El diseño elegido distribuye el edificio en dos grandes áreas en sendas plantas, donde se alojarán veinte niñas por cada piso. La casa incluye también otro gran bloque en el que se han ubicado las dependencias de las religiosas en su planta superior, más habitación de acogida para familiares, sala de estar, biblioteca y zona de estudio en la planta baja. La capilla se encuentra en el centro de la construcción, antecediendo a un gran patio. En el módulo anexo se hallan servicios como la cocina, comedores, salón de actos etcétera.
Las menores acudirán clases de Primaria y Secundaria en un organismo educativo de Shamboyacu y en la Casa-Hogar, lugar en el que desayunarán, almorzarán, cenarán, y en algunos casos, pernoctarán, recibirán formación humana y espiritual complementaria, aparte de adaptarse a un horario de estudio, tareas de casa y convivencia con actividades adecuadas a su edad.
Las imprescindibles aportaciones económicas se pueden encauzar a través de la cuenta bancaria creada por la Diócesis de Córdoba para la misión de Picota (Cajasur 0237 6028 00 9166881062). Este dinero también contribuye a mantener el Comedor Popular "Sagrado Corazón de Picota", en el que se alimentan diariamente más de un centenar de niños y cuarenta adultos. Igualmente –señala Francisco José Delgado- se cuida a los enfermos en el Botiquín Parroquial, con casi cincuenta promotores de la salud repartidos entre las poblaciones más lejanas. "Todos ellos son hermanos nuestros que carecen de lo más elemental para llevar una vida digna", resumen este cura para el que la misión de Picota "es una bendición".