El movimiento de algunos pilares de la fachada y las filtraciones de agua de una red muy antigua, mil veces reparada en función de las posibilidades económicas del momento, han hecho que la antigua residencia de Jesús Abandonado, que hoy alberga el comedor social Virgen de Araceli, presente a día de hoy unas preocupantes grietas en numerosas zonas de la edificación.
Así lo ha señalado el párroco de la Sagrada Familia y responsable del comedor social, Fernando Martín, que ha puesto en marcha distintas iniciativas que, en una primera fase, persiguen principalmente conocer con exactitud el origen del problema y la magnitud del mismo, para iniciar actuaciones que permitan mantener esta parte del patrimonio histórico de nuestra ciudad, unido a la iglesia de Ntra. Sra. del Valle y parte del antiguo convento alcantarino del siglo XVII.
Fernando Martín indica que "se han movido los pilares de la portada a través de la cual se accede al comedor y eso parece haber provocado en el interior grietas importantes, movimientos del suelo de la planta baja y la superior, rotura de tuberías y muchos desperfectos". Para conocer el alcance del problema, hace unos meses se encargó un estudio geotécnico con ayuda de una subvención recibida del Ayuntamiento de Lucena, que determinó la existencia de un suelo un tanto inestable como consecuencia de posibles filtraciones de agua.
Según el párroco, "no es que haya un peligro de derrumbe, pero la casa está en una situación bastante lamentable", por lo que se ha solicitado al consistorio una segunda ayuda a través del programa de subvenciones para actuaciones sobre el patrimonio local, actualmente en fase de estudio de las propuestas presentadas. "Con ese dinero pretendemos resanar los conductos de agua, arquetas y reformar poco a poco la casa, pero todo apunta a que habría que hacer un recalce de la cimentación, que supondrá una inversión cuantiosa", afirma Fernando Martín, que hace también un llamamiento a que instituciones, empresas y ciudadanos colaboren también con esta iniciativa.
"Solo pretendemos que la casa siga estando abierta a la labor social que siempre ha tenido, desde tiempos de Prudencio Uzar", apunta el párroco de la Sagrada Familia, que recuerda que, a lo largo de las últimas décadas, se han llevado a cabo en el conjunto monumental muchas intervenciones, "pero siempre a medida que se ha podido, sin que existan hoy unos planos concretos que definan por donde van las canalizaciones, lo que dificulta atajar el problema de unas filtraciones que son evidentes y están dejando un rastro de grietas, en algunos casos de más de un centímetro de grosor, en distintas paredes y muros de este edificio histórico.
Un poco de historia
Este convento fue fundado por los Franciscanos Descalzos (Alcantarinos) en 1713, entonces extramuros de la ciudad, junto a la ermita de la Virgen del Valle, de la que se tiene constancia desde 1548. Desamortizado en 1835, en 1873, fue adquirido por José de la Torre y Lara para dedicarlo a Asilo de Niñas Huérfanas, siendo regentado por la Congregación de Siervas de María a partir de 1877. Desaparecida esta fundación pasó a manos de Francisco de Paula Cortés y Curado, ilustre prócer lucentino, quien fundó en 1908 un Asilo de Ancianos bajo el cuidado de las Hermanitas de los Hermanos Desamparados. Tras la marcha de la Comunidad en 1977, el convento se convirtió en una Residencia regentada por la Pía Unión de Obreros de Jesús Abandonado, de la mano de l trabajo incansable de Prudencio Uzar, llevando a cabo importantes obras de restauración. Tras la muerte de Uzar, el convento volvió a la fundación Cortes y Curado y el Obispado de Córdoba. Junto al convento se ubica la iglesia, hoy parroquia de la Sagrada Familia, de no muy grandes dimensiones, que consta de una sola planta con capillas laterales. En su interior destaca el retablo mayor realizado por Juan Abundio de Burgos. Ejecutado entre 1760 y 1763, es de madera de pino flandes tallada y dorada. La calle central está totalmente ocupada por la boca del camarín de la Virgen del Valle, con arco de medio punto.