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Dios de Luz. Este titular le viene como anillo al dedo al traslado del Santísimo Cristo de la Sangre junto con la Imagen de Santo Domingo desde San Pedro Mártir a su parroquia dominica, tras presidir junto a Jesús Nazareno la Dedicación del reconstruido templo de la calle de su nombre.
Dios de Luz, de luz derramada en un mediodía donde aún en tiempo invernal la primavera se derrama en la luz y en las calles acompañando el caminar sin prisa, pero siempre firme, del crucificado de Santo Domingo hasta su Iglesia.
Numerosos eran los fieles que cerca de las dos de la tarde y tras finalizar la Solemne Eucaristia presidida por el Obispo de Bilbao, Mario Iceta, en una abarrotado San Pedro Mártir, acompañaron al Señor en todo momento rezando los misterios del rosario en un itinerario breve pero cargado de luz y devoción.
Pasadas las dos y media de la tarde la imagen del Señor, junto con la del Santo Dominico, atravesaron los umbrales de la Parroquia de Santo Domingo. Especialmente hermoso el momento en el que el crucificado de la Sangre, antes de entrar en el templo, fue portado por los niños de la Hermandad, la savia nueva que asegura el futuro, para así finalizar este sencillo pero emotivo traslado, tras unas sinceras palabras del párroco, Nicolás Rivero, y del Obispo de Bilbao, Mario Iceta.
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