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Del júbilo al llanto, tal vez el título sea un poco radical, pero es que hoy en San Mateo se produce esta simbiosis porque el júbilo está representado en la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, en la ilusión de aquello para lo que ya sólo restan horas. Los días se convierten en horas y las ganas se apoderan de la ciudad, las ganas de sol, de palmas, de torralbo, de santería y cofradía. Todo ese júbilo lo representa hoy el Señor, que a lomos de su Pollina espera el beso amoroso a sus píes.
Pero también está presente el llanto, sí, el llanto de la Madre Dolorosa que ve traspasado su corazón por siete puñales, los siete dolores de María. Ya lo profetizó Simeón en el Templo, una espada atravesará tu corazón y aunque Tu Hijo entre en la Jerusalén de Lucena, que lo recibirá con palmas y olivos en la tarde del Domingo de Ramos, sabes que pronto será azotado, coronado y humillado para cargar con el peso de nuestras culpas, y lo verás morir en la cruz a la hora sexta de un Viernes de llanto y dolor.
Hoy, la Virgen de los Dolores de la Congregación Servita recibe el cariño y la devoción de sus hijos en forma de beso, que se posará en sus delicadas manos y aunque pasemos del júbilo al llanto recuerda, Madre, que el llanto volverá a tornar en júbilo al amanecer del tercer día por los siglos de los siglos.
Jesús Ruiz Jiménez
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